Burrolandia

Burrolandia

Hoy quiero hablaros de una escapada encantadora que hicimos mi hija y yo el pasado fin de semana a Burrolandia, un lugar muy especial ubicado en Tres Cantos, a las afueras de Madrid. Si vuestros peques aman los animales y os apetece un plan diferente, rodeados de naturaleza y con un propósito solidario, este es el sitio perfecto. Os contaré nuestra experiencia, los momentos más bonitos y algunos consejos prácticos para que vuestra visita sea inolvidable.

¿Por qué elegir Burrolandia como plan en familia?

Burrolandia no es solo una granja, es un santuario para burros, gestionado por una asociación sin ánimo de lucro que se dedica a cuidar y proteger a estos animales, muchos de los cuales han sido rescatados de situaciones difíciles. Aquí, los niños pueden interactuar con los burros, aprender sobre su cuidado y disfrutar de un ambiente tranquilo y educativo. Es una manera maravillosa de enseñarles valores como el respeto por los animales, la importancia de la conservación y el impacto positivo que podemos tener en la naturaleza.

Consejos prácticos antes de ir

Horarios y entradas: 

Burrolandia solo abre los domingos por la mañana, de 10:00 a 14:30. La entrada es gratuita, pero aceptan donativos para ayudar a los animales, así que llevad un pequeño aporte, ¡es para una buena causa! Sacan las entradas el lunes de la misma semana sobre las 9h, y el viernes si hay cancelaciones durante la semana. Podéis conseguirlas en su web.

Ropa cómoda: 

Id con ropa que no os importe ensuciar y calzado adecuado, ya que el suelo puede estar polvoriento o con barro dependiendo del tiempo.

Comida para los burros: 

Podéis conseguirla allí cuando lleguéis. Los burros os lo agradecerán muchísimo.

Madrugar un poquito: 

Cuanto antes lleguéis, mejor, ya que suele haber bastante gente y podréis disfrutar de un ambiente más relajado.

Nuestra experiencia en Burrolandia

1. La bienvenida: un paraíso para los amantes de los animales

Llegamos sobre las 10:30 y, nada más entrar, fuimos recibidas por un voluntario que nos explicó cómo funcionaba el recorrido y cómo interactuar con los burros de manera segura. Mi hija, emocionadísima, no podía esperar para empezar. Desde el primer momento, el ambiente es muy acogedor y familiar, con muchos niños correteando y burros asomándose con curiosidad para saludarnos.

2. Conociendo a los burros

El primer lugar que visitamos fue el área principal, donde están los burros más sociables. Aquí, mi hija tuvo su primer encuentro con ellos, ¡y fue amor a primera vista! Aprendió cómo acariciarles suavemente y les dio trocitos de zanahoria. Uno de los burros, llamado Chocolate, parecía encantado con ella y no dejaba de seguirnos. Fue precioso ver cómo los niños se conectan tan fácilmente con estos animales tan nobles.

Además, los voluntarios nos contaron algunas historias de los burros rescatados. Mi hija estaba atenta a cada detalle, emocionada de saber que ahora estos animales tienen un hogar seguro.

3. Más animales en la granja

Aunque los burros son los protagonistas, también vimos otros animales: caballos, ponis, cabras, ovejas, patos e incluso pavos reales que paseaban tranquilamente. Mi hija pasó un buen rato en el área de las cabras, ¡intentando darles trocitos de manzana! También disfrutó mucho observando los pavos reales desplegar sus plumas. También se reía mucho con una cierva a la que seguía constantemente una oveja.

4. Tiempo para descansar y jugar

Después de interactuar con los animales, aprovechamos la zona de picnic para sentarnos un rato. Hay mesas disponibles donde podéis tomar algo o simplemente descansar. Nosotras llevamos bocatas y agua para recargar energías. Mientras tanto, mi hija se unió a otros niños en un área amplia donde podían correr y jugar con seguridad.

5. La tienda solidaria y despedida

Antes de irnos, pasamos por la pequeña tienda solidaria, donde compramos un llavero con forma de burro como recuerdo de nuestra visita. Todo lo que recaudan en la tienda va destinado al cuidado de los animales, así que no dudamos en colaborar.

Nos despedimos de Chocolate y de sus amigos prometiendo volver pronto. Mi hija, con su llavero en la mano y mil historias que contar, no dejó de hablar del día tan bonito que habíamos pasado.

Recomendaciones finales para las familias

Involucrad a los niños: 

Preguntad a los voluntarios, escuchad las historias de los burros y enseñadles a los peques la importancia de cuidar y respetar a los animales.

Llevad paciencia: 

Aunque hay espacio para todos, puede haber momentos con mucha gente. Es importante enseñar a los niños a respetar los turnos para interactuar con los animales.

Donativos y colaboración: 

Si podéis, haced un donativo o llevad algún material que puedan necesitar, como mantas, pienso o medicamentos. También podéis preguntar cómo ayudar como voluntarios.

Nuestra valoración final

Burrolandia es un lugar maravilloso para pasar una mañana en familia, rodeados de naturaleza y animales. Lo que más me gustó como madre fue ver la conexión tan bonita que mi hija creó con los burros y cómo aprendió, a través de una experiencia divertida, el valor de cuidar y proteger a los seres vivos. Es un plan diferente, educativo y solidario que os recomiendo al 100%.

Si vais a Burrolandia, contadme en los comentarios cómo fue vuestra experiencia y qué burro se convirtió en el favorito de vuestros peques. ¡Hasta la próxima aventura, familias!

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